Homenaje a Claire Ducreux

Claire Ducreux: un alma atrapada en la belleza, Iluminada, serena, delicada y sutil. Un cuerpo menudo y alado nacido para abarcar la inmensidad de lo esencial, para mostrar la grandeza de la bondad del mundo envuelta en un gesto simple.
No hay capas en su discurso porque no hay estratos en la verdad, que es de una sola pieza, rotunda e incontestable. El mensaje que Claire transmite a través de su ser, no encierra ningún misterio que descifrar, no es apto para quien necesite del mensaje subliminal cuando contempla arte. Está exento de ego y vanidad en el fondo y en las formas; es, simplemente, una semilla de amor que siembra en el corazón de quien la mira.
Para entender su mundo solo hay que dejarse empapar por ese manantial sanador, puro y fresco, del que brotan cada uno de sus ingenuos y exquisitos gestos; para iluminarse con su luz solo hay que sentirse parte de ese ritual que ella crea, de esa ceremonia donde todo el mundo se despoja por contagio de lo superfluo, de lo banal... donde solo es cierto el niño que habita en cada uno de nosotros, desnudo de apariencias y henchido de esperanza.
Mayte Martín
Escribir mi propia biografía es un ejercicio peculiar…Me es imposible separar el camino artístico del camino humano.
Creo que a los 6 años ya quería ser bailarina. Pensaba que aprender a bailar era aprender a volar.
De las clases de danza me acuerdo que me gustaba la disciplina, el rigor, la sensación de tener que superarse y… las bromas que le solía hacer a mi profesor de danza, como esconderle el bastón con el cual marcaba el ritmo. Él, tranquilo, decía… »Mi bastón? Hmmm…todo el mundo mira a Claire y Claire no mira a nadie… » Me ahogaba en risas, le daba el bastón y la clase empezaba!
En 1992, obtuve el diploma del conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de Lyon en la sección de danza contemporánea. De 1992 a 1999 bailé con diferentes compañías de danza en Francia. ¡Fueron años fantásticos! Pasaba mucho tiempo en los trenes para ir a trabajar con una compañía u otra, descubriendo diferentes universos coreográficos y enfrentándome a mis primeros procesos de creación. Fueron las primeras veces que bailaba en grandes teatros, las primeras giras, empalmando proyectos y trabajando con personas que, con el tiempo, se transformaron en amigos e inspiraciones para toda la vida.
En esa época, por el escenario « solo » intentaba hacer todo lo mejor posible, cumplir con lo que se esperaba de mí. Era feliz bailando. La danza en sí me era suficiente.
Todavía no había pensado la danza más allá de la danza. Todavía no era consciente de que la danza era un lenguaje que podía transmitir y compartir muchas más cosas que solo el puro placer de bailar. Todavía no sabía que más allá del movimiento en sí, la energía y el aire podían ser mensajeros sutiles del alma.
En el 1998, después de bailar en un festival donde se programaban espectáculos de sala y de calle, mientras iba de camino a la estación de tren para volver a casa, me topé con una actuación del clown Leandre y su solo « Street-tease ». Creaba una complicidad inmediata con la gente. Parecía que todo lo que hacía era improvisación pura, surgido del momento. Lo que proponía era simple, generoso, brillante y divertidísimo. Nos regalaba a todos un espacio de libertad que no podíamos imaginar, o mejor dicho, nos devolvía un espacio de libertad que habíamos olvidado...Perdí mi tren.
En 1999 creamos juntos la cia Leandre-Claire, el espectáculo de calle Fragile (1er premio del Jurado del festival TAC de Valladolid (ES), 1er premio del público del XIII Festival de teatro de calle de Vila-Real y 2ndo premio del público del XIX Fira de teatro de calle de Tárrega en 2000) y el espectáculo de sala Madame et Monsieur (premio del público al mejor espectáculo en el Teatro del Mar, Mallorca), 2 espectáculos con los cuales recorrimos el mundo durante varios años.
Esta época de vida forma en gran parte la cuna artística de todo lo que he podido ir desarrollando después con mis diferentes espectáculos. Descubrí lo que era actuar en la calle, lo que significaba ver el rostro de las personas en el público, sentir que se actúa para y con la gente, que creamos los momentos juntos, aprendí a intentar acoger los imprevistos, me maravillé sintiendo como el cielo y sus cambios de luz contagian de manera distinta cada función. Actuando en la calle descubrí un espacio que potencia la sensación de vulnerabilidad y la necesidad de autenticidad…Es una fabulosa escuela de vida.
En el 2000 di a luz a mi primera hija. Su nacimiento me reveló, en un mismo instante y con una misma intensidad
indecible, la fragilidad extrema y la fuerza increíble que supone estar en vida. Percibí la magia de vivir, sentí un agradecimiento infinito hacia la vida, descubrí el amor incondicional y mi escala de prioridades cambió por completo tanto en la vida como en escena.
Ser madre me hizo ver más allá de lo que se ve, me hizo estar atenta a lo que nos atraviesa, a lo que se siente, a tomar en cuenta lo invisible, lo que nos mueve de verdad, el corazón. A partir de ese momento la danza como única finalidad ya no tenía sentido. La danza, el teatro gestual y el clown se mezclaron, se contagiaron dentro de mi para volverse un único lenguaje al servicio de las emociones y de lo que se crea con el público.
En el 2004 cree mi primer solo de danza-teatro para la calle: De Paseo (premio especial de la Feria de Leioa-Umore Azoka), seguido en 2008 por Barco de Arena (Big prize MiramirO 2009) y en 2012 por La Sonrisa del Náufrago.
Actué mis espectáculos durante años por todo el mundo.
Al principio de los años 2000, éramos pocas mujeres actuando solas en los festivales de teatros de calle.
En esa época el teatro de calle era un mundo « viril » donde se solía decir que para actuar en la calle había que poner la música fuerte, hacer cosas muy técnicas físicamente y/o proponer algo muy de divertimento y. sobre todo, ¡ir rápido! Tener un ritmo sostenido para no perder al público que se podía ir en cualquier momento. Se aconsejaba buscar lo espectacular…
Hice espectáculos « silenciosos », pausados, intimistas… primero sin pensarlo, sin ser realmente consciente de ello, me venían así… y después por decisión, por convicción. Trabajé con un tempo cada vez más despacio, sin grande técnica visible, con las ganas de crear simples momentos de emociones compartidas. Crear « oasis de poca cosa » me parecía necesario.
Al margen de mis solos, participé en 2005 como clown-bailarina en el espectáculo de circo Rodó (Premio de circo de Cataluña 2006) y en 2010 cree y bailé junto con el bailarín y coreógrafo Toni Mira En attendant l’inattendu (premio del público al mejor espectáculo de la fira de teatre de Manacor 2010).
Trabajar con Toni Mira me dio ganas de "traducir" para la sala dos de mis espectáculos de calle. Tenía curiosidad por ver si era capaz de generar en una sala una conexión con la gente parecida a la que vivía en la calle. Y tenía ganas de poder disfrutar de nuevo de esa otra magia que propone un teatro, con su silencio y sus juegos de luces.
Así que en 2014 cree mi primer solo de sala Refugiada Poética que actué durante casi 10 años.
He ido trabajando cada vez más la presencia en escena, buscar un estado justo, ser atenta a eso verdadero y tan íntimo en cada uno de nosotros que pertenece a todos…buscar el camino más directo entre el alma y el gesto…
He ido soñando con espectáculos donde el tiempo iría cada vez más despacio para permitir que nos volvamos a afinar con ese tiempo profundo donde la vida puede alcanzarnos de verdad e inscribir momentos en nuestra piel, mirada, alma…ese casi nada que a veces llega a movernos profundamente.
En 2016, cree un nuevo solo de danza-teatro para la calle: Silencis (premio al mejor espectáculo de calle en el festival TAC de Valladolid 2017) En el 2019 cree otro dúo de danza-teatro Avec le Temps… junto con Toni Mira
y…. Llegó la pandemia y la incertidumbre de si íbamos a volver a actuar algún día. Aproveché esta pausa impuesta para reencontrarme con el sueño de hacer un largometraje que sería mi declaración de amor al teatro de calle, al arte en general, a la gente, a la vida…
En 2022 se rodó Poèmes, dirigido por Héctor Fáver. Doy las gracias de por vida a todos los artistas-amigos que creyeron en el proyecto y me regalaron de su tiempo y talento y a Toni Mira y mis hijas que me regalaron cada día el amor, la confianza y el humor necesarios para atreverme a lanzarme en tal proyecto. Fue una aventura…intensa, no siempre fácil, pero hoy Poèmes ha recibido varios premios de diferentes festivales de cine de autor y la emoción expresada por la gente después de ver la película me hace profundamente feliz.
Y ahora, en 2024, a punto de estrenar un nuevo solo Fleurir les abîmes. Con esta nueva creación sigue la búsqueda sin fin: acercarse al máximo de una esencia de vida para compartirla.
El paso del tiempo, y lo que conlleva de transformación física y energética, me ha llevado a decidir que será mi último solo, así que más que nunca espero vivir cada función como si fuera la última, con una pizca de tristeza, mucha alegría y agradecimiento infinito a todo y todos.
Claire Ducreux